jueves, 12 de enero de 2012

Enero del 57, para ser más exactos sábado 12. Hasta esa fecha nos remontamos como si de un salto mortal hacia atrás se tratara para recordar aquel primer montadito con el que queremos comenzar este blog. Hoy se cumplen 55 años de aquel día pero lo tengo presente como si de hoy mismo se hubiera tratado.

Quizás se trate de la espesa capa de niebla que envuelven los recuerdos lejanos, pero en mi mente se presenta magia y objetos de papel que escapan de su estado inerte gracias a unas manos que lo mismo crean un pavo real de 1500 folios que te cocinan una pringá de la que trata este artículo. Pero no sólo de pringá vive el hombre, puesto que su espíritu se alimenta de recuerdos y momentos que hacen especial todo lo vivido. Por es antes de hablar del condumio hablemos de lo que pasó ese día.


Quizás no sea el sitio más moderno, ni el más lujoso, ni siquiera el más acogedor por el frío que pasamos incluso pudiendo escuchar el crepitar de la madera en la chimenea. Sin embargo, el lugar guarda un encanto especial por la soledad en la que nos encontramos todo el tiempo o quizás sea por la magia que había escondida allí. Magia que hizo acto de presencia por primera vez cuando el camarero-dueño-cocinero-mago-artista del lugar entraba siempre por una puerta y salía por otra completamente distinta a los dos segundos...no sabía que existía el teletransporte en el año 57. Tampoco era el trato más elegante que te puedan ofrecer, pero sí el más atento sin duda, desde el momento de la entrada con un diálogo absurdo
- ¿Cuántos "seis"?
- No somos sólo cinco

Nuestra misión desde el primer instante estaba clara...probar el montadito de pringá que nos habían recomendado allí, así que nos lanzamos a la carta buscando el tan ansiado en ella, pero como somos seres de una dieta equilibrada no admitimos una ración superior de 1 montadito/día (salvo festivos y fiestas de guardar) buscamos alguna que otra cosa de comer y probamos también algún que otro plato combinado tradicional, acompañado de unas invitaciones de la casa. Entre plato y plato la mesa contigua se poblaba de nuevos habitantes de papel, hasta el punto de sospechar que aquel extraño lugar con tantos objetos de papel podría convertirse en el escenario de una película fantástica en la que todos los papeles cobran vida y se convierten además en seres parlantes....y eso que la comida fue regada únicamente con refrescos sin gota de alcóhol.


Seguramente no será el mejor montadito que probemos a lo largo de la vida de este blog, pero creo que todos los que fuimos a la Venta Málaga recordaremos durante muchos años el buen rato que echamos con una persona que trata todo el que vaya allí con un espectáculo que trasciende de lo culinario y que en nuestro caso acabó com una serie de trucos de magia que hicieron que las dos horas que estuvimos se nos pasaran como si de un abrir y cerrar de ojos se tratara. Mi opinión es que si algún día estáis por la zona y no tenéis un lugar muy definido para comer os paséis por allí y seguramente agradeceréis la recomendación igual que yo la agradezco a quien nos la hizo.

Después de esta pesada inteoducción pasemos a la excusa de este blog (no lo llamo objetivo, porque lo que pretendemos realmente es ponernos jinchos de comer) que es valorar el típico montadito de pringá de nuestra tierra. Aquí pido la colaboración de todos para que me ayudéis a definir los distintos matices a valorar y me deis vuestra propia opinión de lo que probéis. Empiezo con lo siguiente e iré editando según lo que me recomendéis.

VENTA MÁLAGA
  • Pan(2/5): quizás com demasiado miajón y poco apretado, lo que hace que hasta llegar a la propia pringá sea demasiado el trayecto a hacer y demasiada poca la concentración de sabor de la misma. Además me gusta el montadito caliente y en mi caso el pan estaba frío en la parte inferior.
  • Pringá(4/5): Sabor intenso, quizás dado por en su gran mayoría por la morcilla, y bastante consistente. Muy bien en cuanto a cantidad respecto al tamaño del pan
  • Presentación(2/5): no influye para nada en el sabor, pero lo pongo como detalle a valorar porque puede influir en la percepción del mismo. En este caso viene presentado en un plato simple sin patatas ni ningún tipo de complemento.
  • Textura(4/5): como he dicho la pringá muy consistente con poco aceite, haciendo que se notara un poco seco al paladar, pero bastante agradable.
  • Valoración final (3/5): buen montadito de pringá basado sobre todo en el sabor que le aporta la morcilla, sin ser el montadito perfecto sí que le doy un aprobado bastante holgado.